sábado, 9 de abril de 2011

A TI: TÍTERE



Ya casi ni quedan lágrimas por salir de tus ojos. Se han agotado. Se han secado de tanto trabajar, de tanto querer y de tanto recordar.

Recordar recuerdos inolvidables que sólo te memorizan un pasado duro pero feliz. Ese pasado que ya no vives, presente de este terrible futuro.

Ni lágrimas salen de tus ojos cuando intentas llorar, sólo aquel quejido sin forma que hace el intento de escapar de tu boca para hacernos sentir lo mucho que te duele la vida. Lo mucho que te duele seguir perdiendo y todavìa vivir para experimentarlo.

Cada una de tus arrugas cuentan historias distintas. Tu rostro crea toda una aventura épica de vida por cada una de esas lìneas que atraviesan tu cara. Líneas que están ahí para hacerte creer lo mucho que has vivido y que a pesar de todo lo experimentado, aquellos que te queremos nos parece tan poco. Tan poco al sentirte tan cerca del final.

Cada arruga ausente de lágrimas. Cada mirada falta de alegría y tú, un títere de tu propio destino.

Una directora de obras; esa que antes movía las marionetas que tú misma creaste, logrando grandes expresiones maestras y que ahora tiene enredados los hilos de sí misma.

Un títere sin director, sin alegría, ausente. Marioneta desgastada.

Prisionera de tu propio envoltorio, sin derecho a experimentar la emoción de descubrir el regalo que contienes dentro de ti. De saber a qué te sabe la noche y por qué te duelen tanto las mañanas.

Prisionera sin derecho. Derecho negado a esa llamada de auxilio, a ese desahogo.

Marioneta de guías rotas que un día fue la artista de este tìtere que escribe.

Marioneta. Títere. Esa que era libre y que ahora sólo tiene miedo del poco tiempo que no termina de quedar o sobrar.

No importa que ahora deba ser el guía de tus hilos, tú una vez lo fuiste para mí.

Mi marioneta desgastada. Nuestro títere atrapado. Abuela.

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