sábado, 9 de abril de 2011

A TI: MI CORRECTORA ORTOGRÁFICA

- Pero eso es bueno... Me extrañas. Así me amas un poquito más...

- Si es que se puede amar más de lo que ya lo hago...

- Siempre se puede amar un poquito más...



Hace poco tiempo alguien tuvo esta conversación conmigo por teléfono.

Es increíble ver cómo dos humanos que se aman tanto, no puedan vivir juntos y necesitan la distancia como excusa para comprenderse un poco mejor. Me pasa a mí así, así como quiero creer que le sucede a muchos.

Ciertos ladrones de fe, dicen que estas discordancias de convivencia se deben a aquella paradoja de los signos del zodiaco; si eres Leo te llevas violentamente con todo aquel que sea  Virgo y estás destinado a que un Acuario te cambie la vida. Otros expertos dicen que la convivencia de arquetipos chocan por el simple hecho de no complacer a un estereotipo grupal. Algunos simplemente piensan que polos iguales se repelan. Yo prefiero decirme que todo sucede debido a cuestiones ortográficas.

Sí, ortográficas.

La vida es como un buen escrito. Si sabes qué, dónde y cómo artificiar una buena conjunción, creas un éxito, pero si le impides al acento tener la cita que hará que la vocal se enamorare de él, encarcelas los puntos inocentes o dejas que las comas escapen del manicomio, todo se vuelve un desastre.

Es cuestión de ortografía, y que dos personas se necesiten tanto, pero no puedan estar juntas, depende de la gramática que rija las palabras y los desenlaces de los segundos que comparten.

Tal el libro perfecto, nuestra vida se resume en una correcta caligrafía para saber hacer los movimientos correctos y no quedarte estancado en el cierre de una oración que debe culminar. De esas que deben dejarse atrás.



Nada seríamos sin que la caligrafía estuviese divorciada de una excelente gramática. Conocer cuándo introducir, en el momento preciso, algún mensaje que deseas que perdure o una frase que marque la diferencia, puede determinar la felicidad o el caos de una situación.


Y de faltar la sintaxis correcta para cada fragmento respirado, se perdería el sentido de disfrutar cada día, mes y año que se gasta. Nuestra falta sintagmática podría hacernos pensar que nuestra vida no tiene sentido.

Tantas maneras de explicarlo y muy pocas de entenderlo.

Como la coma que es colocada en vez del punto, cambiando todo el mensaje y haciendo discordar cualquier coordinación. Como el paréntesis que se abre y no termina que el otro complemente el final de su idea; el paréntesis que no quiere cerrar. Como el párrafo que se olvido de pintarse el punto final y la novela que deja una hoja en blanco en vez de regalar un desenlace. 



Tan difícil como uno que otro libro de Saramago. Tan complicados como leer "Cien años de Soledad". Así somos.


Sin importar que tan buena escritora seas, siempre seré tu falla ortográfica. La esdrújula que niega ponerse el acento y el párrafo que no permite tener sangría. Sin embargo, no puedo dejar de amar que intentes corregir la falta lexical en la que me he convertido.


Gracias por ser esa correctora que hará de este infinitivo un verbo conjugado.







2 comentarios:

  1. Si había algo que necesitaba leer para entender muchas cosas, pues ya lo he leído! Gracias por plasmar en tu talento y experiencia de vida la solucion explicativa a la vida misma. Mi admiracion y respeto

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