sábado, 26 de noviembre de 2011

Enrique Bejarano. Informativo II

Profesor, le escribe Enrique Bejarano. Soy repitiente de Informativo II. El viernes 25 de Noviembre no pude asistir a clases y le agradecería que me informara acerca de las materias que dieron dicho día o si envió asignaciones para la próxima semana. Se lo agradecería mucho ya que no pude asistir debido a problemas personales. Saludos. Espero su respuesta. Mi mail es bejarano8.ac@gmai.com

jueves, 9 de junio de 2011

TRANSFERENCIAS: UNA MADRE, DOS HIJOS Y EL SILENCIO

- ¿Sabes hacia dónde va el metro?

- Señora, creo que hacia El Silencio...

- Cierto...

- ¿Se montó en el correcto?

- Sí, sólo que no en la ruta verdadera. Ojalá llegar al silencio fuera tan fácil muchacho.

- ¿Hay problemas en la vía?

- No. Hay muchos ruidos en mi cabeza.


Son pocos los diálogos que de un momento a otro pueden cambiarte el día.

Cada día que pasa ratifico que son muchas las palabras perdidas, los relatos mudos y las historias que vagan detrás de tu hombro y debajo de cada paso ejecutado. Gritando en el ruido de toda la gente, luchando por ser escuchadas. Necesitando una razón para no convertirse en palabras rotas en la mente de cualquiera que tenga algo que contar. Necesitando la razón para seguir siendo un cúmulo creíble de ideas y no presenciar su ocaso.

Historias perturbadas, envueltas en cuerpos, adornadas con vidas desgarradas y entonadas por un persistente recordatorio. Atrapadas en los ojos que buscan una respuesta en la lejanía, tal cual como la Sra. Luisa intenta conseguir alivio en cualquier pequeño motivo que le permita querer respirar un segundo más.

¿Qué tanto ruido puede tener una mujer en su cabeza, como para intentar buscar el silencio absoluto?

Respondí a una mirada perdida en el vagón y a dos ojos a punto de brotar lágrimas al verme. Es raro como una extraña con una simple mirada puede llegar a decirle "te necesito" a un simple yo.

La mirada que enmascarada a una simple pregunta, llamó mi atención, me hizo un nudo en la garganta y preparó mis oídos para recibir el respiro de alivio de una historia que intentaba luchar por ser escuchada.

¿Cuántos podríamos tener algún parecido con el hijo de la madre que en un vagón de subterráneo va? No muchos.

Comenzó con un "Discúlpame, sólo..." y continuó con la voz fragmentada en pedazos cual vidrio quebrado, para decirme "Discúlpame... ¿Qué estarás pensando de mí?... es que te pareces tanto a él".

En mi vida jamás me ha gustado parecerme a alguien, pero por algún motivo, en esa fracción mínima de tiempo sentí que debía parecerme a él.

Él; esa persona de quien sólo pude saber, tenía 23 años, estudiaba medicina y regresaba tarde a casa cuando le dejó de contestar los mensajes a su madre.

Ese hombre que consiguieron sin ropa y con siete balas bailarinas dentro de su cuerpo. Envuelto en sangre, sin privacidad, sin su orgullo, cerca de una estación de metro de la ciudad que nos arropa.

Él. El hombre, el hijo, el hogar de los proyectiles, el asesinado, el de la vida arrebatada. El difunto. La razón del ruido. El porqué de la búsqueda del silencio total.

Nombre a nombre se agotaron las estaciones que a cada ritmo distinto, líneas y colores, sólo dejaban una imagen fugaz de su existencia. Nombre que por parada, lágrimas pintaba en el rostro de aquella madre de hijo arrebatado, quien le relataba a éste descendiente su pérdida y su búsqueda.

Coincidencias. Una madre de nombre Luisa, con un hijo médico quien dejó de contestar sus llamados y cambió la voz de su progenitora por las heridas arbitrarias de cualquier ser que sólo vio al hombre y no a la razón de la vida de un vientre que alguna vez por nueve meses se ensanchó.

Contradicciones. Una mujer en búsqueda del silencio, en el vagón correcto pero en la dirección equivocada.

Realidades, ficciones. Pequeños momentos en la vida en la que te das cuenta de lo común y parecidos que somos todos a pesar de tener destinos distintos.

Vas en el camino, volteas, ves pasar estación por estación. Directo sin detenerse la vida. Velozmente sin alcanzar la paz suficiente y tocas los lazos de la maternidad tan sólo para buscar el camino correcto a su soñado silencio. No al absoluto. No a aquél que inmuta todo lo audible, calla las palabras y evade los gritos de los relatos, sino ese silencio que sólo sirve para cambiar de vía, para seguir tu camino en una dirección distinta, sin mirar atrás.

Para el silencio que algunos necesitan no existen terminales de transferencias ni líneas por terminar, sólo un simple vacío apuntando a la fría nada, en la espera de la llegada de algo mejor. De algo que calle los ruidos y escuche las historias.

De algo como yo, que al parecerme a ese hijo que faltaba, le regala un abrazo sincero a aquella madre que se quedó sin motivos para escribir nuevas líneas.

La madre que queda con las razones suficientes para hacerse la sorda pero nunca la muda. Aquella que cuenta travesía tras travesía, la pérdida de su rumbo.

Sí, no existen estaciones suficientes, sólo vías cortas y muchas transferencias.


domingo, 8 de mayo de 2011

PARA TI: EN TU DÍA. Como todos pero más propio.

Primero que todo discúlpame.

Sé que fue mi culpa, por estar de apresurado y haberme querido salir un mes antes de lo esperado.
De tener un hijo de tu mismo signo zodiacal, te apuesto a que todo hubiese sido realmente diferente.

Discúlpame ese pequeño insignificante detalle.

Tan insignificante como mis disculpas por cada dolor de cabeza, cada pelea y cada día desperdiciado.

Creo que no sabía que tan desperdiciados llegarían a ser mis días, una vez que no tuviese a alguien como tú todo el tiempo. Alguien que te levante a tiempo, te llame para que seas puntual. Alguien quien tenga tu desayuno listo e incluso te obligue a comerlo en contra de tu voluntad. Alguien que simplemente siempre esté ahí.

Ahí para quitar un ataque de ansiedad con un simple abrazo o limpiarte las lágrimas por estar llorando por una mujer que no es ella. Alguien que tal cual como le enseñó a su bebé desde pequeño, vea el mundo con la primicia de "que vino a este mundo a amar, sin importar cómo, a quién o dónde". Alguien que le mienta a su hijo y le diga que no está tan loco, "que sólo un poco".

A veces en la misma casa, otras veces en distintos países, unas cuantas en distintas ciudades, pero siempre ahí. Regalándome un "te extraño", un "cuídate mucho" y un "te amo".

Regañándome por haber orinado en una calle de Buenos Aires.
Llorando conmigo en un fin de año, cuatro horas antes que en California lo fuera.
Queriendo volar por tener a un mocoso inexperto estudiando en Kentucky.
Siempre ahí, hasta en las veces que no debías.

Siempre con algo que decir, algo que enseñarme y algo con que cambiarme la vida.

Siempre tan tú. Tan madre.

Por eso te pido disculpas. Por a veces olvidarme de repetirte enfermizamente lo mucho que eres para mí. Por a veces dar por sentados los "te quiero" y olvidar que un "te amo" puede cambiar un día completo. Por guardarme mis lágrimas llenas de orgullo y no compartirlas contigo, acompañadas de un "te extraño".

Disculpa por posiblemente no abrazarte lo suficientemente fuerte cuando lo necesitabas o por no haber quebrado en llanto contigo en el momento preciso. Tantas disculpas que serían infinitas las palabras que aún expresadas, quedarían cortas.

Disculpa. Tanto lo siento. Tanto siento que me ames, tanto, que sólo puedo pedirte disculpas por a veces darlo por sentado.

Gracias por darme una vida. Por ser esa mujer que me comprende, que me apoya y que me ha enseñado a amar. Gracias por darme el gusto de no temerte, de no verte con miedo y poder sentir en ti plena seguridad. Gracias porque a pesar de mis tropiezos tras tropiezos, aún sigues teniendo fe en esta ave sin rumbo.

Gracias por ser todo lo que eres y por más que eso, por no ser lo que nunca has sido.
Por tus ganas, tu fe y tu amor.

Gracias por simplemente ser mi "Ma".

Te amo.




miércoles, 4 de mayo de 2011

SP2V: FRASE I

"Y basta pararse frente al espejo para saber qué es esa tristeza y duele más al encontrar que son tus ojos lo que estás viendo"

miércoles, 20 de abril de 2011

A TI: ¿PADRE?

¿Padre? ¿En realidad desearías que utilizara esa palabra?

Quiero recordarte. Quisiera sólo eso pero no puedo. No has estado y a pesar de no haberlo hecho ¿De verdad quieres que te califique de esa forma? ¿Padre?

Me gustaría. Desde los más profundo del hijo enterrado, me gustaría, pero no puedo.

No puedo porque no te recuerdo a pesar de querer recordarte.
No puedo porque aunque quisiera recordarte, no sé si tienes en tu memoria un simple recuerdo mío.
No quiero porque cada vez que llamas, ni sabes qué edad tengo.

No sabes de mí. No me ubicas en el mundo. Obviamente ni en tu mundo.

Pero al final, siempre terminas siendo lo mismo. ¿Padre?.

Hoy repicas un teléfono con tu desértica falta, regalándome ausencia en cada palabra de esa distante llamada. Una llamada vacía y ficticia. Llamada que en realidad no termino de saber si sucedió.

Hoy llamas. Justo durante esta sarcástica semana. Con tu voz, vuelves a erizarme la piel y hacerme desear por un instante no existir.

Hoy suenas tan mudo como siempre.

Hablé contigo pero ¿Dónde ha estado mi padre todos estos años? ¿De verdad has dejado de serlo tú?.

No sé con certeza si alguna vez en mi vida sucediste. No sé de tu existencia porque sólo he obtenido de ella una latente compañía de tu ausencia y algunas visitas de tu indiferencia.

No sé si sabes que sé.

No sé si sientes el no sentir. No sé si sabes que no estás.

Siempre ausente. En mi fiesta de graduación, en el aeropuerto antes de irme a estudiar al extranjero y ausente al regresar.

Ausencia al esperar.
Ausencia al necesitar.

Ausencia. ¿Señor? ¿Padre?...

Creo que la llamada estuvo equivocada. Su verdadero hijo espera por su voz. Yo no soy ese hombre con la dicha de tenerlo a usted al otro lado del teléfono. Hasta luego.


martes, 19 de abril de 2011

SP2V: I

"Aguacate, tomate, berenjena. Es mucho lo que aprendes de alguien, a pesar de ser nadie, hablando un poco de nada"

Qué tanto importe, no importa. Simplemente vale lo escrito y por tener algunas de mis palabras es que carezco de otras virtudes.

¿Qué importa? ¿Por qué importa? ¿A quién importa?

Nada es relevante... Al final siempre termino escribiendo sin pensarlo dos veces.

lunes, 11 de abril de 2011

A TI: HISTORIADOR SIN HISTORIA

Sin conseguir una palabra exacta para comenzar. Así me siento, tal cual como te sientes al empezar una historia y temes terminarla. Con miedo.


A cada historia se le ha propuesto una voz en letras, un ilusionista ortográfico. Propuesto ahí, en el lugar perfecto y exacto para hacer de una simple mirada, edificio, brisa, una nueva inspiración.


A pesar de estar destinado a contar los pasos del tiempo y el aliento de las experiencias, tu propia voz te hace mudo de las letras que deberías dejar expuestas frente a los ojos de todos aquellos que ansiamos ser espectadores de tus cuentos remendados.


Reméndalos, haz de tus relatos rotos, un mosaico, una obra de arte. Haz de tus historias quebradas la realidad intacta de tu día a día.


Pégalas, una por una y utilízalas como la medicina que hace falta para callar al freno que en tu cabeza te impide sentir la libertad de no ser esclavo de tu silencio.


Grita. Apasionadamente o con dolor, pero no te tragues el ruido que tus historias deberían estar haciendo y que sigues reprimiendo.


¿Por qué te callas historiador? ¿Qué te llena de dudas? ¿Qué te hace tener miedo de tus propias travesías?


Sin embargo aquí sigo; intentado que escribas, esperando que hables. Necesitando que relates.


Sentado, esperando por los aplausos que mereces y te resignas a no escuchar. Tu mayor fan, aquí, intacto, esperando que dentro de las cuatro paredes en donde creas cuentos perfectos, decidas abrir la puerta.


Decidas quitar el seguro de la cerradura y liberes tus palabras.


Sí, aquí sigo sentado, escribiendo. Creándole una historia a un historiador sin cuento, creándole un relato a aquel quien debería estar regalándole al mundo una nueva narración.


Creándote las fuerzas para que liberes tu voz. Para que hagas bailar tu mano en el papel.


Escribiéndote para que no te olvides de tu lector número uno . Para que no olvides que te quiero sin perder el gusto de ciertas veces pretender no necesitarte.


Para que no dejes de recordar que tienes grandes historias que relatar.


Tú, historiador, amado, haz historia.


Yo por siempre te escucharé. Es hora que el mundo también lo haga.